La sola posibilidad del regreso tricolor a Los Pinos desata reacciones de todo tipo. Las últimas encuestas posicionan al PRI por encima de los demás partidos, y en los diferentes escenarios Peña Nieto está mejor posicionado frente a sus oponentes que aspiran a ir por la silla más grande de México. Quienes sostienen que el PRI no ha hecho nada para merecer regresar son los que mal gobiernan este país. Afirman que retomar el poder sería un retroceso, que el PRI no ha cambiado, que es el mismo de la época del partido único. Olvidan cómo empezó Calderón su gestión: con un serio déficit de legitimidad, y tomando posesión del cargo, por la puerta trasera. El presidente no tiene cara para quejarse,conocía la dimensión del problema, se ufanó preparado para dominarlo y decidió hacerlo, de manera frontal, así confrontó a su principal rival, el Peje.
Los panistas alegan que el PRI no les ha dejado gobernar. Ya no recuerdan que en los primeros tres días, después del 2 de julio de 2006 estaban, como decía mi mamá, "con el alma en un hilo". No podían cantar victoria, el país estaba al vilo. Días después, Calderón ganaba de panzazo, con campañas de lodo que confrontaron a los ciudadanos. Apenas la libró. El olor a fraude electoral cibernético quedó en el ambiente, la sospecha de mano negra nunca se disipó del todo, y en ese escenario deslegitimador, el PRI les posibilitó la toma de protesta del Presidente para que empezaran a gobernar. A partir de ese momento le tocaba dirigir a los panistas, pero no han asumido la responsabilidad completa.
Por su parte, Fox le echó más sal a la herida, hace unos días declaró que sí cargo los dados hacía el PAN. Por estas "ayuditas", el albiceleste obtuvo mayoría en la Cámara de Diputados en 2006; la segunda fuerza la ocupó el PRD y el tricolor quedó en una tercera posición. Fox y el PAN le apostaron a la polarización de la sociedad para ganar la elección, asustaron a los ciudadanos con el "peligro" que según ellos, representaba Andrés Manuel para el país. Hasta ahora no han sido capaces de construir una salida para el Peje, a pesar de que amplios sectores populares optaron por él.
En contraste con Fox, Felipe Calderón arrancó su gobierno sin ningún bono democrático, sin luna de miel con los electores ¿Sabrán Calderón y sus panistas que el Presidente de la República ha perdido el endiosamiento de la época imperial? El Ejecutivo está acotado por la carencia de mayorías legislativas, pero también por el escrutinio de los medios de comunicación, que en muchos aspectos son los culpables de no dejarlo gobernar. En suma, el 2 de julio persigue a Calderón, pero él hace poco para quitárselo de encima. A cuatro años los problemas del país y el conflicto derivado a partir de dicha fecha siguen ahí.
En esa elección la sociedad se dividió: los sectores de la clase media alta y las franjas más adineradas se inclinaron por Calderón y el PAN; mientras las clases medias en condición vulnerable y porciones muy importantes del pueblo optaron por López Obrador. Es innegable que la polarización atravesó regiones y sectores sociales en todas las combinaciones posibles. Así lo acredita la situación de empate entre Calderón y el Peje y la incapacidad durante estos años para construir salidas al movimiento pejista. El conflicto se fue a las calles y ¿qué hizo el PAN para resolverlo?
El ejecutivo federal estaba obligado a construir una salida digna, transitable para la principal figura política de la oposición. Debido a ello la crisis post-electoral, se prolongó más de la cuenta. Sin autoridad moral y con sus propias limitaciones, el presidente inició su mandato descartado como interlocutor ¿Qué ha hecho Calderón para ser interlocutor con la oposición?
Según sondeos, en la elección de Felipe Calderón por lo menos un tercio de la población consideró incumplidos los principios de equidad, transparencia y legalidad en el proceso. El país se dividió y se confrontó. Muchas de las heridas que produjeron aún siguen abiertas. El presidente no asumió la enorme tarea de moderar las tensiones y apaciguar los ánimos, por lo cual estamos pagando las consecuencias.
En diez años de gobiernos panistas se suman el déficit de legitimidad del ejecutivo federal, la improvisación para resolver conflictos, agravando con ella la inestabilidad social y económica, los problemas de inseguridad, la falta de empleo y los lacerantes 54 millones en de mexicanos en pobreza extrema. Gracias al gobierno panista nos tachan de estado fallido.
jshvelez@hotmail.com
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