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sábado, 13 de noviembre de 2010

La religiosidad popular


El sacerdote Héctor De la Vega, doctorado en teología, reconoce que las manifestaciones de religiosidad han sido poco estudiadas. Entre ellas están las peregrinaciones, mandas, promesas, celebraciones familiares y de difuntos, "reliquias" y altares de muertos. La superioridad de la iglesia las ve con cierto aire de desconfianza. La vida diaria del pueblo cristiano, las motivaciones de sus creencias son punto y aparte. Estos y otros temas se comentaron en el programa radiofónico Que hablen los libros, conducido por Renata Chapa y el que esto escribe. El sacerdote fue nuestro invitado el pasado 28 de octubre, día de San Juditas.

El libro que escogió para comentar es de su autoría: Las celebraciones religiosas del pueblo. La obra nos presenta una reflexión de la religiosidad popular: "...la atmósfera en la que se desarrolla espontáneamente la fe del pueblo...". La religión se ha mantenido en cierta forma desvinculada de la Iglesia. Estas expresiones no siempre tienen un sustento teológico, son más bien manifestaciones, gestos y comportamientos de la sensibilidad religiosa de las masas populares. 

Recuerdo mi niñez en mi natal Viesca las pastorelas, la danza de los caballitos y la morisma. Ésta última se representaba en una de las calles del pueblo, la organizaban los feligreses, no los curas. En la medida que se han muerto los organizadores, dichas tradiciones se han ido perdiendo con las nuevas generaciones. A la par de ello, la fe católica ha disminuido. Son pocos los sacerdotes que se han preocupado de entender y promover estas expresiones. Al no ser atendidas la gente también se separa de la iglesia. Mi papá se ofendió con un cura porque no le aceptó sus primicias de lo que él cultiva. Nunca más se acercó con ese cura. 
En los setenta los habitantes de la colonia Tierra y Libertad, en Torreón, Coahuila, mantenían un proceso de lucha independiente de los aparatos del gobierno, para la peregrinación de la Virgen de Guadalupe. Con anticipación se organizaban los cantos que expresaban las demandas de los colonos así como su devoción. La Virgen morena era la fuente de su lucha diaria para conseguir un cambio de vida. La gente peregrinaba con volantes en los cuales denunciaban las injusticias y pedían su apoyo a la Virgen. 

La falta de un compromiso social de la Iglesia con sus fieles para ayudar a despertar el potencial liberador y transformador de las estructuras sociales injustas se expresa en la carta que los indígenas latinoamericanos le entregaron en 1985 al Papa Juan Pablo II en Perú: "Nosotros, indios de los Andes y de América, decidimos aprovechar la visita de Juan Pablo II para devolverle su Biblia, porque en cinco siglos no nos han dado amor, ni paz, ni justicia. Por favor tome de nuevo su Biblia y devuélvala a sus opresores, porque ellos necesitan sus preceptos morales más que nosotros. Porque desde la llegada de Cristóbal Colón se impuso en la América, con la fuerza, una cultura, una lengua, una religión y unos valores propios de Europa. La Biblia llegó a nosotros como parte del cambio colonial impuesto. Ella fue el arma ideológica de ese asalto colonialista. La espada española, que de día atacaba y asesinaba el cuerpo de los indios, de noche se convertía en la cruz que atacaba el alma india". 

Esta posición de los indios latinoamericanos y el poco reconocimiento a la religiosidad del pueblo le genera un problema a la Iglesia. De los planteamientos del sacerdote De la Vega se desprende que los responsables de la Iglesia apenas empiezan a debatir estas problemáticas. Los pueblos latinoamericanos claman en el marco del Bicentenario de sus independencias por una verdadera liberación. La religiosidad del pueblo ha sido un mecanismo de sumisión frente a los poderosos, pero también ha sido una voz de protesta. 

El sacerdote Héctor De la Vega convoca a animar las acciones colectivas y de esa manera la religiosidad popular se convierte en fuerza liberadora y entonces: "es utilizada como fuente de unidad en la lucha por la dignidad y el cambio subsiguiente en la sociedad y como esperanza para los pobres y oprimidos que gimen y luchan por una existencia más humana". 

En las manifestaciones devotas el pueblo expresa sus deseos, angustias, anhelos y esperanzas y encuentra las fuerzas para salir adelante de esta situación desesperante que nos ha tocado vivir. Atender la religiosidad del pueblo es otro de los caminos para el rescate de los espacios públicos y una de las puertas hacía la reconstrucción de nuestra convivencia social.


 
jshvelez@hotmail.com

 

 



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