En los últimos 150 años el desarrollo de la región lagunera ha estado ligado a diferentes formas de violencia. En unas etapas, la situación de crisis económica conllevó a la acción de diferentes grupos de delincuencia a agenciarse medios de subsistencia, y en otras, lo político combinado con lo social convirtió a la Laguna en centro de revueltas campesinas y obreras. Hasta 1850 el interés por el noreste del país era casi nulo. A raíz de la separación de Texas en 1836 y de la guerra contra Estados Unidos en 1846-1848 en la que perdimos Nuevo México, Arizona, Nevada, California y parte de Colorado, se le pone atención e inicia el desarrollo de la Laguna.
Según William K. Meyers entre 1880 y 1884, el agua escasa, las cosechas exiguas y un alto desempleo intensificaron la violencia, y "en vista del desdén generalizado hacía el ejercito federal, los rurales, y las guardias de hacienda, el bandidaje surgía como una ocupación popularmente legítima, aunque peligrosa". El bandidaje se manifestaba por una parte a través de pequeños hurtos de algodón y de guayule que realizaban los peones acasillados, y por otra el que cometían los grupos de la delincuencia organizada. Como en los tiempos actuales.
Las condiciones generadas en la época de Porfirio Díaz, de 1876 a 1911, llevaron a la oligarquía y a clase baja a confrontaciones irresolubles, esto mantuvo de hecho la región en estado de guerra civil por un periodo de 26 años, desde el inicio de la Revolución hasta el reparto agrario en 1936. Al llamado de Madero para levantarse en armas, los pequeños ejércitos que ya existían en la Laguna tomaron las vías del ferrocarril, las haciendas y las minas.
En algunas coyunturas se alzaron los campesinos y los obreros junto con los hacendados. En otras, la clase alta se reveló contra el régimen de Díaz. La élite lagunera no era tradicionalmente propietaria de la tierra, contaban también con inversiones en minería, industria, finanzas y comercio, y con grupos armados para defenderse, lo que provocaba conflicto de intereses entre los diferentes grupos del poder económico y político. Hasta la fecha el reparto del agua rodada, la que provee el Nazas, es motivo de conflicto. Antes de estar normados los derechos de agua en el marco del Distrito de riego 017, por la operación de la presa el Palmito, los enfrentamientos eran feroces entre los de la parte de arriba del río y los de abajo, y se repetían en cada ciclo agrícola.
La confrontación entre los matamorenses y Leonardo Zuloaga fue el principio de las luchas entre los que no tenían tierra y los terratenientes, estos conflictos han estado latentes durante años en la comarca, y de la solución coyuntural de algún conflicto nació el dicho "arreglado Matamoros". La terquedad de Zuloaga por despojarlos de sus tierras recrudeció el enfrentamiento, que al final ganaron después de muchas vicisitudes los habitantes de Matamoros, con tenacidad y resistencia. Juárez decretó en 1867 el establecimiento de la Villa de Matamoros de la Laguna.
La necesidad de los hacendados de retener la mano de obra migrante los obligó a ceder tierras marginales y de arrendamiento a los trabajadores que llegaban de afuera. Pero resultaba que no podían ejercer un control sobre ellos como lo hacían con sus peones de base. Además como eran de un espíritu independiente, permanentemente desafiaban la autoridad de los hacendados. Estos aparceros constituían el sujeto revolucionario en el que se sostuvo la revolución.
Con los pizcadores de algodón, que llegaban en la temporada de cosecha crecía considerablemente la población y en consecuencia se activaban las tensiones. Estos trabajadores agrícolas con frecuencia se empleaban en el otoño y roban en el invierno. Entre 1888 y 1900, en un periodo de doce años, las manifestaciones de violencia y las protestas populares se intensificaron. En ocasiones la revuelta social estuvo a punto de un levantamiento de masas. Y como ahora, con la violencia del crimen organizado, la élite incrementó el número de sus guardias personales y exigió a las autoridades reforzar las medidas de seguridad y solicitó la presencia de las fuerzas federales. Pero las medidas represivas no remediaron la situación de violencia, sólo la puesta en marcha de un programa de trabajos públicos disminuyó la tensión social. Y en aquella época también la proliferación de las armas aumento el clima de violencia.
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