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martes, 26 de abril de 2011

Me cambiaron Torreón


Fue desolador ver en la prensa la fotografía de unos venados entre su hábitat totalmente quemado. El incendio en el norte del estado tiene en cierta forma relación con las bajas temperaturas que sufrimos al inicio del año. La vegetación resintió las heladas y gran parte se secó, lo que dejó mucho material vegetativo de flama fácil. Durante muchos años he observado que los habitantes de los ranchos y de los ejidos aledaños a las carreteras al comienzo de la primavera incendian el pasto para que retoñe. Hace poco noté que hicieron esta práctica en la carretera Torreón-Saltillo cerca del cañón de la capital.
Al encender el pasto seco que se produce en la cuneta de la misma, el fuego se propagó hacia una franja más amplia quemando el matorral que ahora también está seco producto de las heladas.

Las condiciones son propicias para estos incendios, por lo que debemos ser más cuidadosos para no provocar situaciones fuera de control y lamentables. Una profesora me comentaba asombrada que hace unos días estuvo en Sabinas y que la nube de cenizas del incendio en Múzquiz abarcaba una buena parte de la Región Carbonífera. Que en la mesa en la que estuvo trabajando le pasaba el dedo y quedaba lleno de ceniza. ¿Seremos conscientes de las consecuencias que dejará este incendio? No sólo para la flora y la fauna de la zona dañada, sino también en la salud de los habitantes de esta región.

Las bajas temperaturas también impactaron de diferentes formas a la Perla de La Laguna. Un joven estudiante torreonense que se prepara en la UNAM en el Distrito Federal, a principios de este año se trasladó a la capital del país y regresó ahora para pasar sus vacaciones de Semana Santa a Torreón, donde viven sus papás. Grande fue su sorpresa al ver que la ciudad en la que nació y creció ahora es otra. La fisonomía de la ciudad cambió en tres meses. Las calles son otras, las fachadas de las casas sin árboles tienen otra presentación a nuestra vista. Las plazas públicas, la Alameda y el Bosque Venustiano Carranza lucen diferentes.

El impacto visual de las ciudades de La Laguna es más desolador. Más triste, el calor se siente más, las tolvaneras golpean con más furia, el sol quema mucho más. Al mediodía son pocos los que se atreven a desafiar al inclemente sol en la calle. Me comentaba el joven estudiante que hasta parece que le cambiaron las casas de los vecinos; la falta de árboles que tumbaron porque se secaron y el espectáculo que dan los árboles que todavía están de pie, pero secos, le dan otra imagen a las casas y a las calles. Descubres que la casa de enfrente tiene ventanas que nunca viste porque los árboles las cubrían.

Hay cuadras completas sin árboles. Lo más grave es que he visto en algunas casas sacar el árbol seco y en vez de reponerlo con otro, cubren el hueco con cemento. Le pregunté a una conocida por qué no plantaba otro árbol, y me contestó que la tumbada de árbol y que lo llevaran al centro de acopio le costó casi 500 pesos, más 300 pesos por el permiso de Ecología para quitar el árbol, y comprar otro árbol ya grande y plantarlo le costaría mil pesos más, así que mejor tapó el hueco. "Al cabo, para que se me vuelva a secar el próximo año, con la siguiente helada, porque de ahora en adelante así va a ser, mejor que mi casa se quede pelona", razonó. Las consecuencias de la helada se irán presentando con el transcurso del tiempo. El mayor número de hojas y ramas secas también contribuirán al aumento de alergias.

Los viveros están haciendo su negocio. El precio de los árboles subió y los que hay disponibles tampoco son de la región, ni adaptados a la misma. La mayoría de quienes están reponiendo sus árboles consigue especies que demandan mucha agua y frente a otra helada tampoco la van a soportar. Debemos reflexionar en la necesidad de reforestar nuestras casas, calles y camellones con flora nativa, que es la idónea para hacer frente a las inclemencias del tiempo. En los árboles Ficus se observan muchas ramas con partes negras, aunque algunos de ellos que los han podado tienen brotes, las pequeñas ramas que les están saliendo se doblan y se caen al suelo porque no están fuertes en su interior. ¿Qué pasará con estos árboles, retoñarán? ¿Seguiremos aferrados a plantar flora ajena? ¿Cuántas veces más deben pasar para que aprendamos la lección? Por lo pronto empezamos a ver que la ciudad cambió su imagen.

Salvador Hernández Vélez
jshvelez@hotmail.com


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