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sábado, 14 de mayo de 2011

¿Y después del "hasta la madre"?

Algunos pensarán que el llamado de Javier Sicilia es ingenuo. Lo dudo. Creo que no hay una vía única para combatir la violencia. Creo que debe combatirse desde diferentes espacios. Quienes se manifestaron en Torreón y en diferentes ciudades del país el domingo pasado fueron ciudadanos que sienten día a día las consecuencias de la guerra declarada por Felipe Calderón a la delincuencia organizada. Se manifestó el ciudadano que quiere sobre todo participar para reconstruir el tejido social y en primer término rescatar la institucionalidad que demanda la nación. 

En estas marchas no asistieron las clientelas religiosas, no fueron convocadas. Tampoco participaron las estructuras patronales afiliadas en las cámaras empresariales. El llamado de Sicilia caló hondo en el ciudadano de a pie, en el que no está organizado en asociaciones civiles. Las marchas como la de Cuernavaca o la de Torreón empezaron con pocos y en el camino se les fueron sumando más y más ciudadanos, los sin partido, los sin bandera. 

La marchas fueron en silencio, se manifestaron a través de las pancartas que llevaban con el estamos "hasta la madre" de los 40 mil muertos, de las ejecuciones y descabezados, las narco fosas, de los secuestros y las extorsiones impunes, de "los daños colaterales" producto de las balaceras entre delincuentes, o de policías o el ejército con sicarios. 

El "hasta la madre" es la mejor expresión que refleja el hartazgo de la sociedad, el dolor y la impotencia de los familiares ofendidos. Es la manera más expresiva y simple de reflejar el descontento social y el temor que invade nuestra vida diaria. El "hasta la madre" le salió de lo más profundo de su corazón a un padre de familia de Temixco, Morelos por el asesinato de uno de sus hijos llevado a cabo por un grupo de delincuentes. Es como el grito de dolor desde el altar del hijo del empresario torreonense asesinado hace unos días al termino de la misa en su intervención para agradecer a los presentes sus muestras de solidaridad afirmó: ".los invito a que perdamos el chingao miedo". Vino un silencio sepulcral de aceptación y después un espontáneo aplauso. 

La sociedad se está colmando, el "hasta la madre" y "el chingao miedo" pueden ser parte de las gotas que derramen el vaso. La gente poco a poco se viene manifestando en las últimas marchas y deja en claro que está harto de la barbarie criminal, pero también de la negligencia de gobernantes y de la incompetencia de las instituciones del Estado sobre todo de las judiciales y de las policías. Las marchas empiezan a evidenciar que la sociedad está perdiendo el "chingao miedo", pues se está cansado del clima descompuesto, del terror, la indolencia, la impunidad, la resignación, la perplejidad y la impotencia. 

La nueva oleada de indignación y solidaridad, es una muestra de que la sociedad está perdiendo "el chingao miedo", está cuestionando la integralidad, solidez y consistencia de la estrategia calderonista contra el crimen. Las nuevas marchas ya no temen frente a la situación de inseguridad que estamos padeciendo. Después del hartazgo siguió el pasmo, luego la parálisis y parecía que en consecuencia la resignación. Ahora estas movilizaciones nos muestran una nueva alternativa frente a la estrategia de guerra comandada por el presidente Calderón. Estamos frente a una nueva forma de movilización de la sociedad, sin correas corporativas ni masas clientelares. El convocante colectivo toma la voz de un escritor católico, formado en el crisol de las comunidades eclesiales de base de los setenta, y posteriormente de las organizaciones no gubernamentales. 


Javier Sicilia en su documento Nuevo pacto o fractura nacional nos dice: "Si no hacemos esto [rescatar y reconstruir el tejido social de nuestros pueblos, barrios, ciudades] solamente podremos heredar a nuestros muchachos, a nuestras muchachas y a nuestros niños una casa llena de desamparo, de temor, de indolencia, de cinismo, de brutalidad y engaño, donde reinan los señores de la muerte, de la ambición, del poder desmedido y de la complacencia y la complicidad con el crimen." Los participantes de las movilizaciones de fin de semana se conmovieron con el dolor de otros, se sintieron más cerca, y se reunieron a reclamar en silencio por el miedo percibido en todos los rincones ¿Y ahora que sigue? 

Salvador Hernández Vélez
jshvelez@hotmail.com 

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