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viernes, 2 de septiembre de 2011

¿Y sirve la estabilidad presupuestaria?

"El ajuste lleva al estancamiento"

Joseph Stiglitz 

Los neoliberales de Hacienda y del Banco de México justifican desde hace dos décadas el principio de estabilidad presupuestaria. Aducen que los gobiernos democráticos necesitan controles para asegurar "finanzas sanas", porque sin ellas generan ineficiencia y altas tasas de inflación. Pero las crisis permanentes que hemos padecido, casi año con año, y la situación de las deudas públicas, nos hacen concluir que las políticas del Consenso de Washington han sido incapaces de generar suficiente actividad económica y empleo, y la necesaria estabilidad de las economías a medio y largo plazo.

La estabilidad presupuestaria sólo ha logrado incertidumbre económica y en vez de contribuir al crecimiento de la actividad económica, la realidad nos hace concluir que limita y frena la creación de empleo.

Los economistas neoliberales, a toda costa presionan para prescindir de la política fiscal, argumentando que, además, es muy costosa y defienden a capa y espada la política monetaria que, a su entender, produce efectos sustantivos sobre la actividad económica. A pesar de sus fracasos recurrentes, también sostienen que los déficits presupuestarios generan inflación y provocan la disminución de la inversión, lo que implica que deben reducirse al máximo o hacerse desaparecer. Y defienden a muerte la política "de déficit cero" y sostienen una continua perorata encaminada a disminuir el monto de los gastos públicos, especialmente los vinculados a tareas sociales, por eso la continua presión para desmontar los sistemas de jubilación y pensiones.

Por ello están convencidos en asegurar año con año la disciplina presupuestaria, aunque aumente el número de pobres, se incremente el desempleo y se deterioren los salarios. El ejemplo de un país desarrollado -por aquello de que los defensores del neoliberalismo nos ponen de muestra a Estados Unidos o bien a un país europeo- es Francia, donde el número de pobres llegó a 8.2 millones de personas en 2009, mientras el nivel de vida de los más pudientes se incrementó, según estudio del Instituto Nacional de Estadísticas (INSEE). Las desigualdades crecieron entre los más necesitados (13.5 por ciento) y los más ricos. La "estabilidad presupuestaria" no impulsa las suficientes inversiones sociales que satisfagan las necesidades colectivas y de bienestar.

Como señala Fitoussi, el crecimiento económico es una cuestión filosófica antes que económica, pues los Estados-Nación en el mundo globalizado proporcionan menor cantidad de bienes y servicios públicos que en el Estado de Bienestar, y esto ha llevado a que lo antes era atendido por el Estado ahora es el negocio de la iniciativa privada.

Los defensores de la "estabilidad presupuestaria" en el marco de las crisis recurrentes que padecemos desde hace años difícilmente podrán convencernos de que ésta política es muy bondadosa, pues su hipótesis se sustenta en bases idealistas, a saber: suponen la existencia de mercados de competencia perfecta, la disposición de información perfecta y gratuita para todos los sujetos económicos, o que los mercados son estables por sí mismos, sin necesidad de ningún tipo de intervención pública.

Frente a la política de "estabilidad presupuestaria" se requiere de políticas que frenen la desigualdad; de reales políticas contracíclicas que promocionen un nuevo tipo de actividad económica, dentro de un modelo de desarrollo nacionalista que se basen en una mayor justicia fiscal y social, y que así procuren nuevos y mayores ingresos, para no tener que reducir la dotación de los bienes y servicios de bienestar que necesita la inmensa mayoría de la población. Es muy posible que eso requiera cierto nivel de endeudamiento. Pero si se aplican políticas generadoras de ingresos productivos, si se fomenta el uso razonable del ahorro y si se acaba con la especulación financiera, no tiene por qué ser un escollo para alcanzar los mayores niveles de rendimiento empresarial, de bienestar social y de progreso.

Estudiosos de las crisis actuales debaten las anteriores posiciones al lado del economista Joseph Stiglitz, quien sostiene que para enfrentar los déficits, hay que dinamizar la economía, y eso se puede lograr con mayor gasto, y manifiesta que la austeridad va en la dirección contraria, pues la economía se desacelera, luego entra en recesión y, finalmente, termina con una depresión.



Salvador Hernández Vélez
jshvelez@hotmail.com


 

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