La semana anterior en mi columna "La violencia duerme en la ciudad" me referí a las agresiones generadas en el seno familiar. Mencioné varios casos lamentables de ira culminados en hechos violentos y en la muerte. Recibí argumentaciones que comparto literalmente. En primer término Renata Chapa, con esa capacidad que sólo genera el ser producto de la cultura apache: "La violencia duerme en la ciudad. La violencia deambula en la ciudad. La violencia atraganta en la ciudad. La violencia danza en la ciudad. La violencia ironiza en la ciudad. La violencia brinda en la ciudad. La violencia sitia en la ciudad. La violencia hiede en la ciudad. La violencia duele, cala, martillea".
Vivimos una realidad intimidante. Ya sea por la guerra de Calderón contra el crimen organizado o por la travesía de una sociedad estable y sólida a otra flexible y voluble, de estructuras sociales "líquidas". Nuestro mundo globalizado induce y forma individuos muy flexibles, sin compromisos ni lealtades. Este nuevo escenario nos tiene impactados y temerosos, sin la seguridad de llegar a buen puerto, tal vez nos cuesta trabajo aceptar las nuevas circunstancias porque nos hicimos a la idea de una esperanza de vida de largo plazo y ahora las prácticas globalizadoras sólo son capaces de ofrecernos una esperanza de vida más breve.
A los 45 años ya estas viejo para conseguir trabajo y la vida queda a merced de las fuerzas del mercado. El Estado-Nación moderno ya no tiene el poder para responder a los problemas cotidianos de los ciudadanos en la medida que este poder se desplaza políticamente incontrolable a un mundo sin fronteras, sin soberanía territorial expuesto a los golpes de la "mala suerte", sin que sepamos "que pecados cometimos" para sufrir estas consecuencias. Hoy sistemáticamente estamos viviendo una política de supresión o reducción de los seguros públicos (por ejemplo aumentan los años de trabajo para pensionarse en el Seguro Social y en el ISSSTE), es difícil asegurar la planificación y la acción individual de largo plazo, ahora ya no planeas a qué edad te jubilaras, buscas un ingreso seguro. Y ahora, como antes, no sabes dónde encontrar la oportunidad que te permita tener a lo largo de la vida la certidumbre de desarrollarla con reposo y seguridad.
¿Hasta dónde llegaremos, en este mundo de cambios vertiginosos? No sabemos. Lo que sí es una realidad alarmante es lo que me escribió mi amiga la doctora Patricia Grado: "...he comentado tu artículo con los jóvenes que he podido, pertenecientes a las clases que mencionas en el mismo.y estoy verdaderamente sorprendida, el ochenta por ciento me ha dicho..mmmm pues que mojigatos se han vuelto los columnistas de hoy, ya nada mas falta que nos den un choro mareador, como el que nos dan en la Uni, por eso nadie los lee, por eso nadie les hace caso.". Y agrega "...Los jóvenes piensan que somos mojigatos por comentar los sucesos que mencionas, y dicen, "eso hoy, es totalmente normal, es parte de nuestra vida diaria, nada en particular de qué asustarse.", y sabes que, Yo quiero estar "fuera de onda" no creo ni quiero pensar que esta nueva forma de violencia, sea muy nice ni mucho menos muy NORMAL".
En un mundo así, digámoslo en palabras de Zygmunt Bauman: "Los vínculos humanos se han aflojado, razón por la cual se han vuelto poco fiables y resulta difícil practicar la solidaridad, del mismo modo que es difícil comprender sus ventajas y, más aún, sus virtudes morales". En esta realidad se ha instalado la inseguridad sobre el presente y la incertidumbre sobre el futuro, en ella se cultivan y desarrollan aún más nuestros temores. Hay quienes piensan que esta situación llegará a un punto en la cual no habrá más activos de que adueñarse.
Mi amigo Polo me hizo el favor de compartir sus preocupaciones en el siguiente sentido: "estamos fallando como sociedad en la formación de nuestros hijos. Pareciera que todos vivimos distraídos de lo que ocurre con nuestros hijos, falta una educación enfática en valores y civilidad. Los juegos electrónicos les invitan a asumir dobles vidas y roles irresponsables en mundos virtuales violentos, impunes, sin consecuencias y es notable en las escuelas de todo nivel el incremento del acoso escolar y la integración de grupos agresores sin la intervención de la autoridad escolar o la de los padres".
Nicolás Annett me señalaba "... la permisividad excesiva, la falta de atención, la indiferencia y por último y en ese orden de ideas, la indolencia son las verdaderas causas de la crisis social que padecemos, y sería ingenuo pensar que estas múltiples causas que generan esta situación se han dado de manera espontánea y que los males que hoy aquejan a nuestra ciudad son de unos días a la fecha".
En estos comentarios el miedo se deja a un lado y prevalece la esperanza de que encontraremos el camino, tal como lo grita Ernesto Sabato: "Estamos a tiempo de revertir este abandono y esta masacre... El ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer".
jshvelez@hotmail.com
Vivimos una realidad intimidante. Ya sea por la guerra de Calderón contra el crimen organizado o por la travesía de una sociedad estable y sólida a otra flexible y voluble, de estructuras sociales "líquidas". Nuestro mundo globalizado induce y forma individuos muy flexibles, sin compromisos ni lealtades. Este nuevo escenario nos tiene impactados y temerosos, sin la seguridad de llegar a buen puerto, tal vez nos cuesta trabajo aceptar las nuevas circunstancias porque nos hicimos a la idea de una esperanza de vida de largo plazo y ahora las prácticas globalizadoras sólo son capaces de ofrecernos una esperanza de vida más breve.
A los 45 años ya estas viejo para conseguir trabajo y la vida queda a merced de las fuerzas del mercado. El Estado-Nación moderno ya no tiene el poder para responder a los problemas cotidianos de los ciudadanos en la medida que este poder se desplaza políticamente incontrolable a un mundo sin fronteras, sin soberanía territorial expuesto a los golpes de la "mala suerte", sin que sepamos "que pecados cometimos" para sufrir estas consecuencias. Hoy sistemáticamente estamos viviendo una política de supresión o reducción de los seguros públicos (por ejemplo aumentan los años de trabajo para pensionarse en el Seguro Social y en el ISSSTE), es difícil asegurar la planificación y la acción individual de largo plazo, ahora ya no planeas a qué edad te jubilaras, buscas un ingreso seguro. Y ahora, como antes, no sabes dónde encontrar la oportunidad que te permita tener a lo largo de la vida la certidumbre de desarrollarla con reposo y seguridad.
¿Hasta dónde llegaremos, en este mundo de cambios vertiginosos? No sabemos. Lo que sí es una realidad alarmante es lo que me escribió mi amiga la doctora Patricia Grado: "...he comentado tu artículo con los jóvenes que he podido, pertenecientes a las clases que mencionas en el mismo.y estoy verdaderamente sorprendida, el ochenta por ciento me ha dicho..mmmm pues que mojigatos se han vuelto los columnistas de hoy, ya nada mas falta que nos den un choro mareador, como el que nos dan en la Uni, por eso nadie los lee, por eso nadie les hace caso.". Y agrega "...Los jóvenes piensan que somos mojigatos por comentar los sucesos que mencionas, y dicen, "eso hoy, es totalmente normal, es parte de nuestra vida diaria, nada en particular de qué asustarse.", y sabes que, Yo quiero estar "fuera de onda" no creo ni quiero pensar que esta nueva forma de violencia, sea muy nice ni mucho menos muy NORMAL".
En un mundo así, digámoslo en palabras de Zygmunt Bauman: "Los vínculos humanos se han aflojado, razón por la cual se han vuelto poco fiables y resulta difícil practicar la solidaridad, del mismo modo que es difícil comprender sus ventajas y, más aún, sus virtudes morales". En esta realidad se ha instalado la inseguridad sobre el presente y la incertidumbre sobre el futuro, en ella se cultivan y desarrollan aún más nuestros temores. Hay quienes piensan que esta situación llegará a un punto en la cual no habrá más activos de que adueñarse.
Mi amigo Polo me hizo el favor de compartir sus preocupaciones en el siguiente sentido: "estamos fallando como sociedad en la formación de nuestros hijos. Pareciera que todos vivimos distraídos de lo que ocurre con nuestros hijos, falta una educación enfática en valores y civilidad. Los juegos electrónicos les invitan a asumir dobles vidas y roles irresponsables en mundos virtuales violentos, impunes, sin consecuencias y es notable en las escuelas de todo nivel el incremento del acoso escolar y la integración de grupos agresores sin la intervención de la autoridad escolar o la de los padres".
Nicolás Annett me señalaba "... la permisividad excesiva, la falta de atención, la indiferencia y por último y en ese orden de ideas, la indolencia son las verdaderas causas de la crisis social que padecemos, y sería ingenuo pensar que estas múltiples causas que generan esta situación se han dado de manera espontánea y que los males que hoy aquejan a nuestra ciudad son de unos días a la fecha".
En estos comentarios el miedo se deja a un lado y prevalece la esperanza de que encontraremos el camino, tal como lo grita Ernesto Sabato: "Estamos a tiempo de revertir este abandono y esta masacre... El ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer".
jshvelez@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario