"...la locura política ahorra a los seres una locura más individual".
Ikram Antaki
En toda campaña política es común escuchar a los ciudadanos quejarse de "otra campaña más". En Coahuila el próximo uno de noviembre se instala el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana para iniciar el proceso electoral para elegir al Gobernador y al Congreso Local. Esta próxima legislatura la LIX, por cierto sólo contará con 25 diputados y un período de tres años. La legislatura LVII estuvo integrada por 35 diputados, Coahuila es el único estado del país que ha reducido sus curules.
Nuestro estado tendrá elecciones el siguiente lustro completo. En 2011, de gobernador y de diputados locales. En 2012 votaciones para elegir diputados federales, senadores y la presidencia de la República. En 2013 para renovar los 38 ayuntamientos. En 2014 relevo del Congreso local y en 2015 se deben elegir los nuevos diputados federales. En 2016 descanso electoral, para llegar al 2017 a la renovación del poder ejecutivo estatal, el Congreso Local y los ayuntamientos. Las voces quejosas de esto clamarán por hacer coincidir las elecciones, sin analizar el empate de conflictos político-electorales.
Los pugnas generadas por la competencia en un proceso de renovación de los mandos del poder público son de menor costo para el país y los estados en comparación a los que se generarían porque permanecieran en el poder agentes y grupos más allá del desgaste del ejercicio de gobierno. Como fue el caso de Porfirio Díaz perpetuado tres décadas en el poder, provocando una serie de levantamientos armados con graves consecuencias para la nación. Como dice Héctor Aguilar Camín: "El siglo XX mexicano empezó en 1910 con la Revolución, con una elección protestada, con la exigencia que hubiera elecciones libres y efectivas, y terminó con una elección libre y efectiva. Pero eso nos parece poca cosa".
También nos sigue pareciendo poca cosa nuestra incipiente democracia, y el haber logrado desmontar el viejo régimen autoritario por la vía pacífica y de la participación. Tampoco se reconoce que el PRI cuando perdió la silla grande en el 2000, con determinación entregó el poder por la vía pacífica y no le apostó al conflicto. Pareciera que no hemos valorado, que pasamos de un sistema de partido hegemónico a un auténtico sistema de partidos, de elecciones sin competencia a elecciones competidas, de una representación monocolor (sólo tricolor) a una representación plural. Pero ahora no estamos de acuerdo con el pluralismo, ni con que haya tantas elecciones.
Y tal parece no alcanzamos a entender que cambió el mecanismo de relación entre los poderes constitucionales -recuerde que como los define la Constitución los partidos son entidades de interés público y en consecuencia son parte de esos poderes- y por ello hay quienes sostienen que no se ha hecho nada y que no se puede hacer nada, que las cosas siguen igual o peores. Ahora las elecciones son más protagónicas por ser más competidas, por eso se ven y se sienten más. Ahora que dejamos de ser el país de una sola voluntad, de un solo partido, parece que añoramos el pasado ¿No deseábamos una pluralidad política manifiesta en el país representada en los cuerpos legislativos sin una sola voz en el Congreso?
Quizá nos quejamos porque no estamos de acuerdo con Ikram Antaki, porque en el fondo deseamos que no haya conflicto: "La democracia es propicia para las pasiones artificiales y, periódicamente, las crisis emocionales nacionales. La democracia tiene tres pasiones dominantes: la de los bienes materiales (el bienestar), la de la igualdad y la de la libertad; todas pueden llegar al delirio y constituir un peligro para la democracia misma. La lucha contra estas pasiones es permanente, y no se acaba jamás. Las instituciones tienen una influencia moderadora".
Haber pasado de elecciones sin competencia a elecciones competidas, de un régimen de partido único a uno de pluralidad política no impide las pasiones, por ello las elecciones democráticas son el camino para moderarlas y dirimirlas. "Si fuéramos un pueblo de dioses, seríamos naturalmente demócratas. Pero sólo somos hombres. La democracia es nuestra aspiración, a la vez que nuestra necesidad práctica. La demagogia es su peligro".
jshvelez@hotmail.com
Ikram Antaki
En toda campaña política es común escuchar a los ciudadanos quejarse de "otra campaña más". En Coahuila el próximo uno de noviembre se instala el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana para iniciar el proceso electoral para elegir al Gobernador y al Congreso Local. Esta próxima legislatura la LIX, por cierto sólo contará con 25 diputados y un período de tres años. La legislatura LVII estuvo integrada por 35 diputados, Coahuila es el único estado del país que ha reducido sus curules.
Nuestro estado tendrá elecciones el siguiente lustro completo. En 2011, de gobernador y de diputados locales. En 2012 votaciones para elegir diputados federales, senadores y la presidencia de la República. En 2013 para renovar los 38 ayuntamientos. En 2014 relevo del Congreso local y en 2015 se deben elegir los nuevos diputados federales. En 2016 descanso electoral, para llegar al 2017 a la renovación del poder ejecutivo estatal, el Congreso Local y los ayuntamientos. Las voces quejosas de esto clamarán por hacer coincidir las elecciones, sin analizar el empate de conflictos político-electorales.
Los pugnas generadas por la competencia en un proceso de renovación de los mandos del poder público son de menor costo para el país y los estados en comparación a los que se generarían porque permanecieran en el poder agentes y grupos más allá del desgaste del ejercicio de gobierno. Como fue el caso de Porfirio Díaz perpetuado tres décadas en el poder, provocando una serie de levantamientos armados con graves consecuencias para la nación. Como dice Héctor Aguilar Camín: "El siglo XX mexicano empezó en 1910 con la Revolución, con una elección protestada, con la exigencia que hubiera elecciones libres y efectivas, y terminó con una elección libre y efectiva. Pero eso nos parece poca cosa".
También nos sigue pareciendo poca cosa nuestra incipiente democracia, y el haber logrado desmontar el viejo régimen autoritario por la vía pacífica y de la participación. Tampoco se reconoce que el PRI cuando perdió la silla grande en el 2000, con determinación entregó el poder por la vía pacífica y no le apostó al conflicto. Pareciera que no hemos valorado, que pasamos de un sistema de partido hegemónico a un auténtico sistema de partidos, de elecciones sin competencia a elecciones competidas, de una representación monocolor (sólo tricolor) a una representación plural. Pero ahora no estamos de acuerdo con el pluralismo, ni con que haya tantas elecciones.
Y tal parece no alcanzamos a entender que cambió el mecanismo de relación entre los poderes constitucionales -recuerde que como los define la Constitución los partidos son entidades de interés público y en consecuencia son parte de esos poderes- y por ello hay quienes sostienen que no se ha hecho nada y que no se puede hacer nada, que las cosas siguen igual o peores. Ahora las elecciones son más protagónicas por ser más competidas, por eso se ven y se sienten más. Ahora que dejamos de ser el país de una sola voluntad, de un solo partido, parece que añoramos el pasado ¿No deseábamos una pluralidad política manifiesta en el país representada en los cuerpos legislativos sin una sola voz en el Congreso?
Quizá nos quejamos porque no estamos de acuerdo con Ikram Antaki, porque en el fondo deseamos que no haya conflicto: "La democracia es propicia para las pasiones artificiales y, periódicamente, las crisis emocionales nacionales. La democracia tiene tres pasiones dominantes: la de los bienes materiales (el bienestar), la de la igualdad y la de la libertad; todas pueden llegar al delirio y constituir un peligro para la democracia misma. La lucha contra estas pasiones es permanente, y no se acaba jamás. Las instituciones tienen una influencia moderadora".
Haber pasado de elecciones sin competencia a elecciones competidas, de un régimen de partido único a uno de pluralidad política no impide las pasiones, por ello las elecciones democráticas son el camino para moderarlas y dirimirlas. "Si fuéramos un pueblo de dioses, seríamos naturalmente demócratas. Pero sólo somos hombres. La democracia es nuestra aspiración, a la vez que nuestra necesidad práctica. La demagogia es su peligro".
jshvelez@hotmail.com
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