En 1997, el PRI perdió la Cámara de Diputados, así inició la era de los gobiernos divididos. El Congreso ganó un mayor protagonismo. A partir de la alternancia en el 2000 la redistribución del poder en México se aceleró. Mientras los poderes Judicial y Legislativo, y las secretarías de Defensa y de Marina incrementaron sus partidas presupuestales, la Secretaría de Gobernación redujo sus funciones. Los partidos políticos también se beneficiaron, son los únicos con presupuesto asegurado.
Los medios de comunicación también han cobrado mayor fuerza, el poder de las televisoras está desbordado. El panismo ha sido muy generoso con Elba Esther Gordillo, la fuerza de ella rebasa en mucho el contexto sindical. Los gobernadores ahora reciben recursos que en la época del régimen de partido único era impensable. El centralismo se desdobló, no somos más federalistas, sino que ahora tenemos muchos centros de poder: los gobernadores, la fuerza de los poderes fácticos, la de los grupos empresariales monopólicos y la de los grupos de la delincuencia organizada que cuentan con sus propios ejércitos. No cabe duda, los poderes económico, político, coercitivo e informativo se han redistribuido, pero no para beneficio de los ciudadanos. Los cambios prometidos por el PAN nunca llegaron. La alternancia no ha beneficiado a los ciudadanos.
En este marco se debate La Laguna rumbo a la sucesión gubernamental del 2011, y los grupos de derecha empiezan a esgrimir sus estrategias. Ya comenzaron con lo de un gobernador lagunero. Esta exigencia ha tomado fuerza en la Comarca desde que desaparecieron la mayoría de las delegaciones federales. En términos del presupuesto y de atención, La Laguna era considerada como otro estado. Desde que el General Cárdenas trasladó los poderes por más de un mes a esta región, se dependió de la discrecionalidad del poder federal, pero esto acabó.
Hace dos décadas La Laguna pareció encontrar su rumbo con las maquilas, pero la competencia con China tumbó el esquema de bonanza. Desde esa coyuntura pareciera que la comarca navega sin rumbo, las dificultades para reunificar esfuerzos no han cristalizado, estamos a la espera de una fuerza externa guiadora, si ya no es un presidente de la república, que lo sea un gobernador lagunero. De esta incapacidad para unirnos ya se quejaba Francisco I. Madero antes de la Revolución: “... los habitantes de esta Comarca tenemos un defecto muy común entre nuestros compatriotas: gran dificultad para unirnos a fin de formar asociaciones, modo único de llevar adelante las grandes empresas”.
La división geográfica de Coahuila y Durango generó que la conducción de La Laguna fuese más desde la federación que de los estados. La articulación de los grupos de poder regional ha naufragado desde que la federación descentralizó los presupuestos a los estados. Esta dependencia del poder central tal vez tiene su origen desde Porfirio Díaz. Como lo plantea Edgar Salinas en su libro Arqueología de un imaginario: La Laguna: “...la relación planteada entre el presidente Díaz y los capitales laguneros seguía la lógica de la fidelidad política a cambio de especiales concesiones y ventajas a inversiones locales”. Con la alternancia la relación política se recompuso en contra de los capitales locales, éstos dejaron de recibir los beneficios que el poder central les dispensaba. Con Fox todavía la empresa Lala logró colocar a uno de los suyos al frente de la Comisión Nacional del Agua.
Con Calderón, los grupos de poder laguneros no tuvieron los mismos apoyos, el capital comarcano tradicional no fue tomado en cuenta por lo que se sienten en desventaja y vulnerables en su influencia política. Por primera vez en la historia de La Laguna la relación política del poder central se depositó sólo en un grupo político, de corte neopanista. Y en la medida en que Zermeño se alejó de La Laguna por su encomienda en España, el senador Anaya ha usufructuado esa posición. Por ello, los grupos de poder económico y político perdieron sus concesiones y ventajas para hacer crecer sus negocios. En ausencia de posiciones en el poder federal, hay que voltear a lo local.
Como no son escuchados por el poder central y no han consolidado una relación acorde con sus intereses entre el poder regional y estatal, han perdido interlocución, por tanto han sido desplazados por fuerzas emergentes. En consecuencia la solución para rescatar sus añorados privilegios es apostarle a impulsar candidaturas de agentes políticos laguneros acordes con sus intereses, de ahí su consigna: “Por un gobernador lagunero”.
jshvelez@hotmail.com
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