Salvador Hernández Vélez
"Quien no me quiera escuchar, se puede ir. Ya estoy acostumbrado a que se retiren de mis conferencias". Así inició su ponencia el polémico literato Fernando Vallejo en la inauguración de la Cátedra Enriqueta Ochoa el pasado siete de octubre en Torreón. Su disertación fue desconcertante para muchos de los asistentes. Algunos esperaban una conferencia tradicional, otros que hablara sobre Enriqueta Ochoa. Sin embargo, frase tras frase abría más dudas para entender el espíritu de nuestro tiempo.
Los filósofos en la antigua Roma no necesitaban realizar actividades determinadas. Tampoco tenían que dar clases, ni escribir, sólo se guiaban por un plan determinado de vida. Su forma de comportamiento estaba sometida a un examen permanente. Tal vez a este grupo pertenece Fernando Vallejo, pues su disertación esa noche en el Teatro Isauro Martínez no fue para salir de dudas, como quizá todos esperábamos, él se dedicó con gran vehemencia a dejarnos preguntas. Ese es el papel de un filósofo.
Fernando Savater lo deja muy claro: "El filósofo no, no va vendiendo conocimiento, va de alguna manera cuestionando lo que los otros creen saber y creando una inquietud con respecto a lo que los otros quieren saber". La pregunta ahora es, ¿así lo interpretaron los asistentes esa noche en el Isauro? ¿Nos dimos cuenta que nos cuestionó lo que creemos saber? Puso en duda la fe católica de los presentes, nos dijo de sopetón que no habíamos leído la Biblia. Polemizó, ¿por qué la primera Biblia fue escrita en griego y no en Arameo? Y remató, ¿por qué la escribieron los griegos?
Cabe preguntarnos, ¿creó las inquietudes de lo que queremos saber? ¿O lo que nos dijo entró por un oído y salió por el otro? El papel de un filósofo es plantar dudas, y eso hizo Vallejo. Ahora está en los responsables de la Cátedra encontrar en los cuestionamientos los temas interesantes que les lleven a no conformarse con lo que creen saber.
Con gran erudición disparó un conjunto de provocaciones, con un tono pontifical. Vallejo cuestionó que en la obra Philosophiæ naturalis principia mathematica de Isaac Newton, no se encuentre la fórmula de la ley de la gravitación universal, según la cual la fuerza gravitatoria entre dos cuerpos es directamente proporcional al producto de las masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia, multiplicando este cociente por la constante de gravitación universal. La fórmula es F= G (M·m)/d². Donde F es la fuerza de atracción, M y m las masas de los cuerpos, d es la distancia que los separa y G la constante. Sobre este cuestionamiento se ha precisado que los Principia tratan únicamente con aspectos de mecánica analítica y que es en la obra Opticks donde se tratan los aspectos de la física.
El colombiano, naturalizado mexicano, también se refirió que la materia no es algo sólido. Sobre este tema Erwin Schrödinger en su libro Ciencia y Humanismo se cuestiona, ¿qué es la materia? ¿Cuál es nuestro esquema mental de la materia? Y responde: "La primera pregunta es ridícula. (Cómo vamos a decir qué es la materia o, por precisar, qué es la electricidad, si se trata de fenómenos observables una sola vez?). La segunda trasluce ya un cambio radical de actitud: la materia es una imagen de nuestra mente, por lo tanto la mente es anterior a la materia (a pesar de la curiosa dependencia empírica de nuestros procesos mentales a los datos físicos de determinada porción de materia: a nuestro propio cerebro)". Entonces, ¿qué es la materia? Ahí queda la duda.
Espero que los interrogantes de Vallejo, sobre Darwin, sobre la iglesia, sobre los políticos, sobre nuestras creencias, sobre los cristianos que ostentan enormes fortunas, permitan arrancar la Cátedra Enriqueta Ochoa. Si se toman algunos de los cuestionamientos, y a partir de ellos se construyen otros, la exposición de Vallejo no será en vano. Aceptando la provocación del multipremiado escritor, nos preguntamos: según la opinión de Sócrates la causa de todo mal que cometemos es nuestra ignorancia. ¿Será por eso que nuestra mediocre razón no sea capaz de distinguir entre el bien y el mal? Y en consecuencia la otra pregunta, ¿si somos incapaces de distinguir entre el bien y el mal, entonces es cierto qué somos inocentes hagamos lo que hagamos? Gran tarea les espera a los integrantes de la Cátedra Enriqueta Ochoa. Al final de la conferencia, la mayoría nos quedamos pasmados.
Gracias a mi amiga Norma González por invitarme a escuchar a este controvertido novelista, filosofo, agitador de conciencias. Como le comenté a ella, Fernando Vallejo, autor de La Virgen de los sicarios, es un verdadero "sicario", porque con cada pregunta que dispara, abre heridas, asesina viejos paradigmas, tirotea directo a la ignorancia, acribilla a la iglesia católica, a la doble moral, a la física y a los formalismos. El también director, guionista y actor, con esa misma pasión, defiende a capa y espada a los seres más vulnerables del planeta: los animales.
jshvelez@hotmail.com
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