Los resultados electorales del domingo pasado dan fe de que el dirigente nacional del tricolor, el profesor Humberto Moreira, salió muy bien librado de su primer reto: ganar las elecciones en el Estado de México, Hidalgo, Nayarit y Coahuila. Un partido que no gana elecciones simple y llanamente está reprobado. El profe pasó el examen y con muy buena calificación. Ahora va el 13 de noviembre por Michoacán. Y a prepararse para la sucesión presidencial del próximo año. La elección del domingo 3 de julio pasado confirmó que los electores deciden su voto, principalmente, como premio o castigo a la gestión saliente y por identificación o rechazo respecto a la manera como se gobierna cuando se tienen responsabilidades otorgadas por los ciudadanos.
Lo más destacable para el PRI es que tuvo la capacidad para aprender de las derrotas de Oaxaca, Puebla y Sinaloa. El PRI recuperó el sentido común y se convenció de que si va dividido, pierde. El tricolor salió triunfante porque mandó a la competencia a los candidatos más competitivos y populares del priísmo local. Resolvió las candidaturas sin fracturas internas, no dio chanza para que se salieran los priístas que estaban esperando el PRD y el PAN. Las alianzas opositoras competitivas no se pudieron concretar.
La posibilidad de que una mala decisión en el Estado de México hubiese provocado un desprendimiento significativo en el priísmo, por momentos se movió al filo de la navaja, pero Peña Nieto y Moreira jugaron a la segura con Eruviel Ávila, y los aliancistas se quedaron vestidos y alborotados. El dos veces Alcalde de Ecatepec, el mismo que derrotó a las huestes albiazules y del sol azteca, era la figura más popular y consistente del priísmo, y sin pertenecer al grupo Atlacomulco, pero sí el que garantizaba una votación copiosa en los territorios presuntamente a favor del PRD y del PAN en el estado más poblado del país. El que más capital político y electoral podía ofrecer en esta coyuntura, tal y como lo demostró el domingo, pues ganó con un amplio porcentaje.
Las elecciones del 2010 y de inicio de este año, tras las derrotas por las alianzas opositoras, encabezadas por expriístas, curó de espanto al tricolor, pero a la vez les ofreció la solución. El antídoto para las alianzas opositoras: construir la unidad partidaria por encima de todo; nada de fisuras ni demasiados golpes bajo la mesa; negociación interna y construcción de acuerdos para no lastimar susceptibilidades ni dar motivo a la desbandada grupal o individual. Era obvio aprender de las derrotas. En Oaxaca, Puebla y Sinaloa los gobernadores eran los peor calificados y el empecinamiento a la hora de operar la respectiva sucesión abrió grietas irreparables en la unidad partidaria.
Bastiones priístas que parecían invencibles se desmoronaron con una facilidad asombrosa. En Sinaloa el caso Malova es uno de los ejemplos de los que tenían que aprender: sólo un recién priísta podía derrotar al fracturado priísmo sinaloense. En Oaxaca, el despotismo de Ulises Ruiz, confrontado y excluyendo adversarios (incluidos exgobernadores), facilitó la emergencia de las oposiciones agrupadas en torno a otro expriísta: Gabino Cué, con más de un sexenio en campaña. En Puebla la impudicia y vulgaridad de Mario Marín, "góber precioso", terminaría por encontrar su justo pago: derrotado por un priísta de abolengo —Rafael Moreno Valle, nieto de tigre, cruz de su parroquia, senador panista— encabezando una coalición donde cupieron todos: priístas y neoaliancistas, convergentes, también panistas, incluso perredistas.
Los resultados electorales de Coahuila no dejaron dudas. No sólo superaron las expectativas frente a los adversarios. Rubén Moreira en coalición obtuvo 721 mil 261 sufragios, esto representa el 61.48 por ciento de los votos, contra 422 mil 296 de Anaya, con un 34.36 por ciento. Y en alejadas tercera y cuarta posición se encuentran Schmal con 1.57 por ciento y el PRD con menos del uno por ciento. Rubén Moreira superó en mucho los votos logrados por el profesor Humberto Moreira hace seis años y los obtenidos por el PRI coahuilense en las anteriores tres elecciones para diputados locales en el 2008, las federales en julio de 2009 y las municipales en octubre de 2009. Incluso también obtuvo más votos que los diputados locales en la elección del domingo. No cabe duda: al profesor Moreira no le tembló la mano izquierda para conducir al PRI a buen puerto, y así inició con el pie derecho.
Salvador Hernández Vélez
jshvelez@hotmail.com
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